El Sevilla despierta a Mérida

hoysport
Para mirar a la grada. Para eso sirvió la visita anoche del Sevilla al estadio Romano

 

Mirar y no cansarse jamás de un aspecto que hacía años no se vivía. Era el único fin que se propuso Del Nido cuando aceptó la insistente invitación: ni trofeo, ni victoria, ni partido. Ayudar a un club (ahora) muy modesto en una situación muy delicada. Puede que las 4.000 personas que se acercaron ayer al estadio emeritense le hayan resuelto al club dos meses de nómina. Un club de Tercera, a eso, le denomina ‘pelotazo’.

Y adjuntado a la vistosa entrada, una sensación más vital: hay gente que quiere fútbol en Mérida, sólo falta atraerla. Convencerla. Al mínimo detalle del Mérida, irrumpían los aplausos, los «venga», los «vamos», los «así». Estaba deseosa la gente de una jugada bien hilvanada, de un pase intencionado, de un disparo siquiera mordido de los chicos de Diego Quintero. Jugadores que cumplieron un sueño: en la época más amarga del club, les ha tocado a ellos participar en el centenario del fútbol de su ciudad y ante un rival fastuoso. Se les perdona por tanto que, hasta que soltasen los nervios y se sacudiesen el respeto hacia el rival, pareciesen niños frentes hombres.
El Sevilla, con un once inicial mezclado de importantes y secundarios, entró al partido como un ciclón. Cuando se percató de lo fácil que se lo puso el Mérida, bajó cuatro marchas. Pero le dio igual, le valió para adelantarse en el marcador al cuarto de hora tras un aparición en el segundo palo de Campaña, que empujó casi a la escuadra con el interior del pié. Clase le llaman.
Entonces el Mérida, que se plantó de inicio con su equipo titular, comenzó a sacudirse el miedo a atreverse. Y aunque sin ocasión clara alguna, es condenable no apuntar un pase de Primera de Borja, ese chico al que le falta físico pero le sobra clase para esta Tercera. Rodado de sevillistas, puso un pase elevado con el empeine que dejó solo a Isidro Quintana ante Diego López. Agua.
Tras el descanso, apareció Manu del Moral, cuya velocidad superó a la del resto de jugadores sobre el césped. Primero se aprovechó del desorden de la zaga romana para internarse por el carril del ocho y plantar, tras pase de la muerte, a Hervás solo ante el portero. Gol. Y poco después empezó una jugada en el medio para acabarla con maestría en el corazón del área. Gol. Y aún así, el Mérida disfrutaba.
Next Post

La hora de Albiol

El central valenciano se perfila como pareja de Sergio Ramos ante Francia   Raúl Albiol ya ensayó entre los teóricos titulares en algún entrenamiento de la semana pasada y fue elegido por el departamento de comunicación de la Federación Española de Fútbol para comparecer este domingo ante la prensa. Una […]